Él la miró, sonriendo, con esa sonrisa de canalla que sólo ella entreveía del todo, y la cogió por la cintura, atrayéndola un poco más hacia su cuerpo.
- A ver - le contestó, invitándola-. Fascíname.
Y ella le acarició y hundió sus manos en su pelo, y con la voz dormida, sin saber muy bien qué palabras usar, empezó a fascinarle.
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