miércoles, 12 de marzo de 2008

Cuando mis manos se deshacían en tu cuerpo...



sábado, 8 de marzo de 2008

Ellos, sin embargo, se dedicaban a robar aquellos rayitos del Sol de invierno. Templaban su piel tumbados en cualquier parte, rodeados de trozos de mar y de cielo. Entonces él sacaba un caza-mariposas y atrapaba los haces de luz. Ella los guardaba con cuidado en una bolsa de cuero, y esperaban hasta que llegase la noche. Esperaban contándose lunares y historias. Por la noche se sentaban en la orilla del mar como indios, y cuando empezaban a sentir frío abrían la talega y prendían la oscuridad. Y en medio de esa calidaz se amaban, mezclando su jaleo con las embestidas del mar.

Ruido silente. Desbordaban sus sentidos de las cáscaras dónde vivían encadenados, y se morían libres para vivir libres.