viernes, 25 de enero de 2008

Jugándome me invitas a otra copa, y dejándome jugar pido un cubata de ron, mientras sonreímos con esa sonrisa embriagada de los sábados por la noche. No hablamos mucho, y apenas nos miramos, tus ojos van de la mesa de billar a la diana, y los mios se pierden en la cara de la gente que baila por el pub.


Tu colonia se ha mezclado con la atmósfera cargada de humo y de alcohol, y no sé si es en ese olor o en esa copa, que empiezo a balancearme. Entonces empezamos a jugar, como si fuésemos cubitos de hielo agitados en un vaso de tubo, golpeándonos contra el cristal.


Al lado de nuestros vasos, el cecinero, para tirar ahí los restos de esa noche, llena de caladas baratas, y de un insulso (insípido, insípido, insípido) sabor de bocas.

























1 comentario:

Manzanita dijo...

Lo primero, enhorabuena. Desgranando Granada me ha puesto los vellos de punta.
No nos conocemos, pero Antequera nos dará la oportunidad. Te pongo entre mis preferidos, que no son otros que los mollinenses de la última generación.
un bZo, Marta.